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Al sector privado le urgen los fondos para la recuperación

  • 8 jun 2022
  • 2 Min. de lectura

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Trabajo diariamente con los pequeños y medianos empresarios; organizaciones comunitarias y sin fines de lucro, que buscan con entusiasmo alternativas para mejorar sus empresas y comunidades, que fueron duramente golpeadas por los inclementes acontecimientos de los últimos años. Soy testigo de primera línea de la frustración y el desánimo que produce la falta de sentido de urgencia de quienes están llamados, tienen los recursos y las oportunidades para hacer algo: algo significativo, algo memorable, algo que deje huellas.

Puerto Rico enfrenta una coyuntura única para rehacer y planificar su modelo económico. Después de soportar una recesión de más de una década, en los últimos años ha recibido sobre 1,000 millones de dólares en fondos de recuperación.


Ningún momento de nuestra historia había presentado esta oportunidad de rediseñar y mejorar significativamente la vida de nuestra gente, de la clase trabajadora, de los proyectos sociales, de la infraestructura, de los empresarios y de los emprendedores.


Los huracanes Irma y María impactaron Puerto Rico hace más de 40 meses. El 25 de marzo de 2020 abrió la plataforma para completar la solicitud del programa de fondos CDBG-DR bajo el programa para el Financiamiento de Pequeñas Empresas. Esta subvención ofrece hasta $50,000 para los comerciantes que se han visto afectados por el paso de los fenómenos atmosféricos. Unas 2,873 solicitudes fueron recibidas, de las cuales solo han desembolsado 137 casos, según los datos obtenidos del informe de transición, sometido a la nueva administración pública.


La fuerza trabajadora del sector privado, que se reinventa todos los días para hacer brillar a Puerto Rico, está harta de que sigan “estirando el chicle”, dice Soemi Morales.


El 3 de septiembre de 2020 abrió la plataforma de la solicitud al Programa Renacer Agrícola. Tienen miles de casos en que solicitan asistencia para los agricultores y todos los participantes de la cadena de producción de alimentos, que han sido tan duramente vulnerados. Sin embargo, solo han desembolsado tres casos.


Lo que nos lleva a reflexionar, ¿dónde está el sentido de urgencia? Nuestra clase empresarial necesita recibir esos fondos. Si dejamos el proyecto en anuncios y subcontratos, ¿qué legado le vamos a dejar a las futuras generaciones? Se trata de poner la acción donde se empeña la palabra. Esto implica ser justos y rigurosos en el uso de fondos públicos y empáticos con los recipientes, que llevan casi cuatro años esperando resarcir los daños sufridos por las crisis que hemos enfrentado todos. Queremos volver a tener una economía próspera desde sus entrañas.


La fuerza trabajadora del sector privado, que se reinventa todos los días para hacer brillar a Puerto Rico, está harta de que sigan “estirando el chicle”.


 
 
 

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