Autor: Ivan Torres Alicea
Soy agricultor y trabajo la tierra desde pequeño. Cuento con fincas en Lares (17 cuerdas) y Camuy (20 cuerdas). Me dedico a los cultivos de ñame, plátanos, guineos, maíz, calabaza, chinas, pimiento, ají y papaya. Hace alrededor de 13 años que la agricultura se ha convertido en mi sustento y el de mi familia. Vendo mis productos a otros agricultores y en los mercados familiares, programa del Departamento de Agricultura.
Cuando nos avisaron que venía una tormenta me preocupé, porque no es fácil perder en horas el sacrificio de meses y años de trabajo que con tanto esfuerzo y dedicación cuidé y volví a levantar todo lo que perdí con el paso del huracán María. Durante el paso de Fiona sentía que las horas no pasaban y crecía más la incertidumbre de ver cómo habían quedado mis siembras.
Cuando pasó todo y pude salir a la calle y ver los daños causados en mis fincas fue frustrante. Fue un momento de muchas emociones. Me dolió volver a perderlo todo.
En comparación entre María y Fiona, podría decir que con ambos perdí de la misma manera; mis fincas quedaron destrozadas, al igual que las de muchos agricultores. Para María ya sabíamos que pasaría algo desastroso. Pero creo que subestimamos los daños que nos podía hacer Fiona. Aunque fue categoría 1, las largas horas que estuvo en Puerto Rico provocaron la destrucción en la agricultura, con inundaciones que dejaron grandes pérdidas en toda la isla.
Pido que el gobierno no se olvide de nosotros los agricultores, que con tanto sacrificio trabajamos la tierra para llevar comida a cada hogar.
Me gustaría que todos conocieran lo que siente un agricultor que con amor y empeño trabaja día a día con buenos y malos momentos. Muchas veces el costo de producir, cuidar y cosechar sale muy elevado y la ganancia es mínima. A veces no podemos competir con los precios de los alimentos de otros países, pero nos toca continuar. Lo que hacemos no nos llena los bolsillos, pero ver crecer una planta y poder cosechar su fruto nos llena el alma y el corazón.
Al analizar lo sucedido, le doy gracias a Dios que tengo a mi familia y que todos estamos bien, que es lo realmente importante. Volvemos a empezar de cero nuevamente. Después de todo, no sería la primera vez que nos toca hacerlo. También agradezco a mi equipo de trabajo (mis empleados) que están dispuestos a trabajar mano a mano conmigo para lograr levantar las fincas nuevamente, con más ganas, más fuerzas y más entusiasmo. Porque somos gente humilde y trabajadora que no se da por vencida tan fácilmente.
La agricultura es mi pasión y no me quito. Con la ayuda de Dios, mi familia y mis empleados lograremos estar igual o mejor que antes.
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